#3 Un Reencuentro Inesperado y las Huellas que Dejamos Atrás
¿Qué revelaciones puede tener el revisitar los recuerdos, y cómo pueden moldear la forma en cómo te ves?
Hace unos días, mientras corría por las calles húmedas de mi ciudad bajo el cielo gris, algo inesperado me sacudió. No fue el frío ni el cansancio, sino la activación de algunos recuerdos después de un encuentro reciente; alguien que me reveló algo inesperado.
El aire húmedo, cargado de un aroma terroso y fresco, llenaba mis pulmones de forma agradable. Me recordaba algo mucho más lejano que este día otoñal. Mientras mis pies golpeaban el suelo cubierto de hojas mojadas, los recuerdos se asomaban en el escenario de mi mente.
A veces, un aroma puede convertirse en una ráfaga de recuerdos vívidos cargados emocionalmente, de forma casi instantánea. El olfato se conecta directamente con estructuras primitivas del cerebro que procesan emociones y recuerdos. Esta conexión entre olfato y memoria es tan directa, que sientes las texturas del pasado.
Esta época coincide con el inicio del curso escolar. Para mí significó, en diversas ocasiones, la adaptación a un nuevo centro de enseñanza. Esto me generaba una sensación de ansiedad y extrañeza. No solo porque venía de otro colegio: yo era un niño de otro país.
Mis recuerdos me llevaron al comienzo de 4º de primaria en un nuevo colegio.
Con sus amplios patios y espacios verdes, el colegio transmitía un ambiente distinto al que conocía. Tenía sus propios ritmos, códigos y valores, que aún no conocía.
El espacio parecía infinito, alrededor de los edificios tenía unas cincuenta hectáreas de árboles y rincones donde el ruido parecía desaparecer. Recuerdo los largos momentos que nos escapábamos a jugar en el bosque durante el recreo o las horas del comedor. Otras veces, me perdía allí en mi mundo, sin más compañía que los animales de una pequeña granja que había.
Mi maestro y mis compañeros fueron muy amables conmigo, me acogieron con cariño, curiosidad y cercanía, a pesar de mi sentimiento de ser “diferente”; ese tipo de huellas invisibles que experimentamos aquellos que hemos migrado.
Y esos días fueron dejando su huella. Las clases, los campamentos, los recreos de partidos de fútbol, cromos de fútbol en otoño, coleccionables del quiosco, peonzas y canicas en primavera, videojuegos prestados…. Todo ese tiempo compartiendo con aquellos niños, quedó grabado con especial cariño en mi memoria, aunque en aquel entonces no era consciente del impacto que tendría.
Unos años más tarde, volví a cambiarme de colegio. Fue un adiós repentino, como un cierre abrupto al capítulo que había comenzado a escribir. Al iniciar el verano, el sol se apagó sobre los recuerdos; no volví a saber nada de toda aquella gente.
Hace poco, el pasado y el presente se entrelazaron de manera inesperada.
Nuestra memoria es maleable, sujeta a actualizaciones y reinterpretaciones. Como en terapia, los recuerdos pueden transformarse en nuevas narrativas constructivas que permiten superar lastres del pasado.
Un compañero de clase con el que pasaba mucho tiempo, me contactó a través de una red social. Hace casi tres décadas, compartí con él bonitas experiencias fuera de las clases y en campamentos; un buen amigo de otra época, con quien había perdido contacto.
Estuvimos hablando, recordando y riendo durante horas. Ponerse al día transmitía una extraña sensación de vínculo intacto, a pesar de ser adultos “desconocidos”, sin conocer nuestras historias desde entonces.
“Eras una persona muy querida por todos nosotros”, me dijo. “Lloramos mucho cuando te marchaste, fue muy triste para nosotros, te echábamos de menos”.
Esa revelación me cogió de improvisto. Tuve que contener mis emociones.
Y me di cuenta de algo sorprendente: no tenía idea de lo que realmente habían pensado mis compañeros. Pensaba que mi ausencia había pasado desapercibida, que no había dejado más que la imagen de un chico de fuera que se marchó de un lugar.
Lamentablemente, rara vez recibimos del mundo ese tipo de feedback, un espejo que completa el reflejo que llevamos dentro. Le dije que me sentía agradecido por sus palabras.
La verdad es que no sabemos la huella que dejamos en los demás. Cada palabra o gesto puede quedar grabado diferente en la memoria de alguien. Lo que para uno es un momento fugaz, para otro es una emoción profunda.
La mente de los demás es como la caja negra de un avión: guarda información valiosa que permanece oculta hasta que se extrae. Es un espacio al que nunca tenemos pleno acceso, que tendemos a rellenar con nuestras propias suposiciones y proyecciones. Y muchas veces, distorsionando la realidad de la manera más negativa.
Las personas pueden creer que no son suficientemente valiosas, que no son queridas, que son rechazadas. Pueden pensar que no son merecedoras de afecto, que sus esfuerzos no son reconocidos, que su presencia pasa desapercibida.
Esta tendencia pesimista, interpretando el comportamiento de los demás al desconocer sus circunstancias, motivaciones o conflictos, afecta profundamente la percepción que las personas tienen de sí mismas y de sus relaciones, creando una barrera emocional que no siempre refleja la realidad.
La mayoría de las veces, lo que nos molesta o duele no son las acciones de los demás, sino lo que nosotros asumimos que piensan o sienten. Tomar consciencia de esto, permite liberarse de pensamientos dañinos que secuestran emocionalmente —rabia, tristeza, frustración, desconfianza, etc.—.
Gran parte de esas suposiciones son erróneas, y pueden disiparse cuando se abren en una conversación en confianza. Es a través de la apertura y la honestidad que las personas descubren que muchas veces son —o han sido— valoradas y apreciadas de maneras que nunca imaginaron.
Ser transparentes y exponerse a compartir lo que sentimos y pensamos, permite que pueda florecer la retroalimentación o validación que falta. Fragmentos que completan las piezas incompletas de nuestras historias.
Hugo
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Estas son mis “Notas personales”, una sección dentro de Dinámica Mente donde cada mes, me aparto de los tecnicismos y la ciencia para escribir de manera más personal y cercana. Aquí, comparto mis pensamientos con un toque más humano, celebrando el placer por escribir, un espacio para que el diálogo sea más cercano entre nosotros.
Por cierto… la encuesta finalizó.
Tras una reñida competición, venció el domingo. Publicaré Dinámica Mente los domingos a partir de ahora, aunque elegiré los martes como día para compartir algún anuncio, encuesta o contenido extra.
El próximo domingo, desvelaré la última parte de la historia de Sofía: sus decisiones sobre el amor transformarán su relación para siempre.
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Bonita historia! ❤️Yo que te conozco, creo que es difícil que alguien pase tu ausencia desapercibida
❤️❤️❤️
Muy bonito post y que detalla ese gesto y esas palabras. Una cosa buena que tienen las redes, poder seguir en contacto 😊
Por mi parte, que siempre he pensado que a todo el mundo le daba igual, con el tiempo me he ido dando cuenta del impacto que tengo en los demás, así como a tener más presente el impacto que otros tienen en mi.